Lo llevé a casa y comencé a telefonear a diferentes sitios
para ver si conseguía averiguar qué hacer con él. Llamé al SEPRONA, debido a
que los murciélagos son una especie en peligro de extinción y se supone que
tienen obligación de recogerlo; pero claro, debe ser que no les merece la pena
desplazarse por un solo murciélago, por
lo que me dijeron que se pondrían en contacto conmigo, aunque jamás llegaron a
hacerlo. Llamé al Hogar de Luci (Madrid) y me dieron el teléfono de una
protectora de fauna salvaje de Burgos (donde está el pueblo), pero no me lo
cogieron. También me facilitaron el teléfono de Brinzal (Madrid), una
protectora de aves (aves nocturnas especialmente). Aunque los murciélagos no
son aves, pudieron darme pautas. Me preguntaron por el tamaño, posición de la
cabeza y de las extremidades… y me dijeron que probablemente estaría bien y que
lo soltara por la noche, pero no me supieron decir si tenía que ofrecerle
comida o si tenía que ofrecerle bebida. Así que llamé al veterinario de Ángel
(mi ninfa) y Valentino (mi ardilla coreana). Me dijo que le ofreciera agua con
miel (que, como vegana, no tengo), así que al final le dí agua con sirope de
ágave (que también le pareció buena idea al veterinario) para hidratarlo. Le
acerqué la mezcla, pensando cómo me las iba apañar para dárselo sin recibir un
bocado. Cogí un bastoncillo y lo mojé en el líquido, se lo puse junto a la
boca. El murciélago, tendido en el fondo de la caja, empezó a chupar como un
loco. Al ver que estaba tranquilo, lo cogí con la mano; esta vez no hizo amago
de morderme. Es como si después de haber descansado un poco y ver que le daba
de beber, hubiera entendido que no corría peligro, o quizá simplemente estaba
agotado.
Yo le había construido una plataforma de plástico con un
envase de comida china que colgué de la higuera de corral. La intención era
colocar allí al murciélago para que pudiera lanzarse y salir volando.
Siempre había deseado tener un murciélago tan cerca, pero
jamás pensé que iba a llegar a encontrarme un murciélago en pleno día. Fue una
experiencia preciosa el poder ayudar a este animal tan maravilloso.
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